Con la apertura del Metropolitan Underground Railroad el 10 de enero de 1863, la era del ferrocarril alcanzó un nuevo nivel cuando el tren comenzó a operar a profundidades sin precedentes bajo las calles de Londres.
El primer metro del mundo fue operado en una línea de 6 km de largo que conecta el distrito financiero de la ciudad con la estación de Paddington, y el tren, con más de 30.000 pasajeros, abordaron vagones de madera iluminados por lámparas de gas remolcadas por locomotoras de vapor. El metro de Londres demostró la efectividad del transporte público y allanó el camino para la capital británica, aliviando el tráfico de carruajes tirados por caballos en la ciudad.
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